miércoles, 20 de abril de 2011

Cristina Stoppello escribió...

Fernán querido:

Camino sola por la calle y cada rincón te trae a mi recuerdo. Entro en nuestra confitería favorita y el aroma a café me devuelve tu presencia. Pido un espresso (aún te veo relamer la boca luego de dar el último sorbo antes de tu partida). Retorno al pasado y escucho aquella frase que fundó nuestro cariño. ¿La recordás? ¡Cómo me enojé cuando la dijiste! Vos te reías de mi enojo. Y me gustó tanto tu risa, que terminé por perdonarte. Pero hoy ya no te reís, y eso me asusta.

Hay un tono melancólico en tus últimas líneas. Una especie de caída de brazos que entiendo pero quiero que reviertas pronto, por vos básicamente, y porque me daña tu resignación. Sos incapaz de hacerme sufrir, ¿verdad?

Tu fatalismo: “…como si hace ya mucho tiempo hubiera pensado que las cosas debían ser así, como suceden”. No, mi querido, ese desaliento debés revertirlo. Uno va tejiendo la trama de sus aciertos y fracasos y predisponiendo los acontecimientos de su vida para bien o para mal. No te dejes llevar por “certezas” que no son tales o las convertirás en dogmas. La única certeza es esto que sentimos, nuestras caminatas sumidos en charlas filosóficas, tu brazo en mi hombro, los ojos perdiéndose en el entramado de esta ciudad anárquica pero de nosotros.

El tiempo y la distancia pueden ser feroces, pero no existen cuando los sentimientos son legítimos como los nuestros. Uno pasará pronto, la otra se reducirá con un simple viaje, que harás cuando deba hacerse. Mientras tanto, no temas ni desconfíes. Yo existo en vos y para vos. Y te abrazo. Y te beso. Y te quiero.

Tuya:

Andrea

1 comentario:

  1. Aprovecho que vimos estructura oracional la semana pasada y te dejo un consejo al paso. No repitas la misma formulación en oraciones contiguas.

    Fijate a continuación que armaste cuatro oraciones prácticamente iguales en su estructura: empiezan con un verbo, siguen un complemento y después presentan una nueva frase introducida por "y".

    Fiajte de variar esto.


    Camino sola por la calle y cada rincón te trae a mi recuerdo. Entro en nuestra confitería favorita y el aroma a café me devuelve tu presencia. Pido un espresso (aún te veo relamer la boca luego de dar el último sorbo antes de tu partida). Retorno al pasado y escucho aquella frase que fundó nuestro cariño.

    ResponderEliminar