domingo, 24 de abril de 2011

Marian Gibelli escribió...

Creo que era un  día frío de junio o julio. No recuerdo bien, lo que si se es que hacia mucho frio. Estábamos en un bar de la calle Córdoba. De repente te perdí entre la gente, al rato volví a verte, me dijiste algo que no entendí bien, pero era algo así como que te ibas un rato. Eran las 4 de la mañana. Empecé a dar vueltas por el lugar, me encontré con alguien. Creo que estaba Guille también.

Pasaron algunas horas, el lugar comenzó a prender las luces. Vos todavía no llegabas. Salí a la calle, encima llovía, me senté en la vereda bajo algún techito. Comencé a pensar como iba hacer para volver a mi casa. Revise mis bolsillos, resultado cero peso. Busque mi celular, iba a llamarte: batería agotada. 

Miré alrededor, la gente estaba desquiciada, apurada, borracha, perdida. Quería irme, dormir y vos no llegabas. Caminé con paso firme hacia la parada de algún colectivo para ver si el conductor accedía a llevarme gratuitamente a mi casa. No hubo caso, ninguno quería llevarme. Volví a la vereda a sentarme de nuevo bajo aquel techo. 

En esa época tenias el auto blanco, Pareció una alucinación pero afortunadamente no lo era, no me habías olvidado, volviste por mí. Claro habían pasado varias horas, ya era de día, me había mojado y enfriado. Igual ya no me importaba, me iba calentita y segura a casa.

Ahora cada vez que miro para atrás te veo al lado mío, como parte de mi vida.
Espero que así sea en el futuro. Me encanta imaginarnos dentro de quince años. Vos con tu familia y yo con la mía.
 Todos jugando en el patio de mi casa, como cuando éramos chicos. Algún domingo de verano sentados en la mesa con asado y vino. Nuestros hijos correteando por el jardín. Vos sentado durmiendo la siesta bajo la parra como el nono. Yo tomando alguna copa de más y recordando siempre nuestros momentos divertidos y felices.
Me parece maravilloso, primo mío, que podamos compartirlo.
Me despido, te quiero.

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