jueves, 19 de mayo de 2011

Escena

Finalmente logré acomodarme. El bolso entre las piernas, la cartera hacia adelante, en una mano el celular y la otra aferrada al pasamanos. Si todo marcha bien no serán más de 20 minutos hasta Saavedra.

De pronto, algo me patea el estómago, no es un dolor fuerte, es más bien un dolor extraño. Me zambullo entre los brazos, las mochilas, las piernas de los pasajeros que apretados me rodean, me desplomo hacia abajo y logro sentarme sobre el bolso.  Nadie parece notarlo, o tal vez sí, tengo los ojos cerrados. Un sudor frío empieza a tomarme todo el cuerpo, siento la remera mojada también las manos y la cara.

Alguien me habla. Ya se me pasa, le respondo sin abrir los ojos, pero me toman de los brazos y me depositan en un asiento. Ya se me pasa, insisto, y mi voz se pierde en otras que piden un caramelo urgente. No logro abrir los ojos todavía, si tan solo me dejaran un momento sola estoy segura que se me pasaría. Necesito calmarme, respirar.

Disculpá, no me dí cuenta. ¿Comiste algo antes de salir? Tomá un caramelo… Necesito calmarme y respirar pero nadie lo nota. Dejo de resistir, un sabor dulce me invade la boca y lentamente comienzo a ver.

Valeria

No hay comentarios:

Publicar un comentario