Camino por el centro de la calle lejos de los árboles. La luz se filtra cada tanto entre las ramas, las sombras se mueven con el viento. La noche se hace profunda, siento su respiración. Me parece que me miran cientos de ojos.
Pienso en el silencio de la noche. Paso frente a la fábrica, esta oscuro, las luces están apagadas, no hay olor a jabón, mi padre debe estar en casa. Cuando mi madre se fue con un tipo, yo me quede con él. Con mi viejo solo hablo de deportes. A mí me gusta cursar alguna materia en la UBA y estar con amigos. Mi padre está contento con su trabajo en la fábrica, luego va al sindicato. En algún día no muy lejano voy a partir.
Mis pensamientos corren entre María y los árboles. No hay ruidos en su casa, ella duerme. Con ella me entiendo bien, con una sola mirada nos decimos todo. Algunas veces nos brotamos y derrapamos pero pronto volvemos a lo nuestro. Esta noche dejaría de comer con tal de apretarme junto a ella. Si consigo el trabajo de Adjunto podríamos vivir juntos. De la noche parece un perro grande que me ladra sin entender porque sonrió.
Al llegar al puente siento correr el agua. Huelo el olor familiar y profundo del arroyo, me detengo y en silencio trato de escuchar los ruidos de vida que salen de él. Desde el puente puedo divisar la casa de techos amarillos que me espera.
Roberto Esnaola
En clase vamos a pensar un poco la organización de párafos, pero un oración como "mis pensamientos corren entre María y los árboles" está realmente muy bien: la metáfora funciona a las mil maravillas y ejemplifica muy bien lo que estoy pidiendo que hagan con los verbos.
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