viernes, 13 de mayo de 2011

Un domingo casi feliz

Lo vi a Silvio, el legendario conductor de las tardes domingueras enfundado en un traje camel a cuadrillé caminar hacia la escenografía iluminada del podio, donde se encontraba la urna transparente giratoria que contenía las 27 llaves. Solo un estudiante sería el afortunado de escojer aquella que le daria a él y sus compañeros el viaje soñado a Bariloche.

Mientras esperaba por ese momento culmine de la tarde, mis manos sudorosas apretaban el papel plastificado con el número ocho de la letra times, pasaporte al premio mayor. Ya por última vez ví la luz roja del cartel “en el aire” encenderse. A pocos metros de subir los escalones del podio sentí mi garganta seca. Estaba nerviosa. Temía no poder recordar el nombre de mi colegio, ni la cantidad que eramos en la división. Respiré profundo y dirigí rapidamente mi mirada al asistente que ubicado a la izquierda de Silvio fuera de cámara me indicaba con señas que la llave ocho sería la próxima, en ese momento mis palpitaciones se aceleraron y comencé a avanzar lentamente envuelta con la bandera colorida como cábala y con el brazo en alto saludaba, aquel sector de la tribuna donde mis compañeros con cánticos desentonados me alentaban sin parar. De repente una explosión me paralizó y vi a Silvio saltar repetidas veces entre lluvias de papelitos blancos mientras cientos de estudiantes de todos los colegios se hacían dueño de la escenografía para dar cierre aquella jornada en la que me sentí tan cerca de la suerte.

Juliana Gorostegui 

1 comentario:

  1. bien Juli por subir el texto! .. me gusta como quedó es mas claro que el anterior y al leerlo uno puede ver mas las imagenes de lo que querés contar. Quizá el tema de la oraciones que quedaron un poco largas. Me parece a mí que si en vez de comas y coordiantes pones puntos achicas mas las oraciones y te es más fácil separar los parrafos.. Pero quedó buenisimo!
    Marian

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